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Podría convertirse en el próximo unicornio argentino. Gerardo Richarte, cofundador de la compañía, contó a TN cómo fue el camino para alcanzar el éxito y cuáles son los desafíos a futuro. “Fue un proyecto pensado en grande, pero porque la dimensión de lo que estamos haciendo es grande”, dijo.

Satellogic cobró notoriedad en los últimos días por ser la primera empresa argentina de la industria espacial en cotizar en la Bolsa de Nueva York. Pero para alcanzar ese hito el camino fue un proceso de permanente innovación. Su objetivo es crear una constelación de satélites para remapear el mundo todos los días. “Esto va a cambiar radicalmente la forma en que vemos el planeta”, dijo el cofundador de la compañía, Gerardo Richarte, a TN.
 
La firma podría convertirse en el próximo unicornio argentino. Es decir, generar un valor de US$1000 millones durante su primer año de lanzamiento en el mercado. Sin embargo, Richarte prefiere no poner en eso el eje de sus desafíos. “Los unicornios no existen, son un mito, son azules y se pierden. Nuestro objetivo es hacer una constelación de satélites para mejorar la calidad de vida en este planeta que amamos”, aseguró.
 
Y agregó que “el proyecto no fue ser una empresa pública ni un unicornio”.
 
“Esas son cosas que con trabajo nos pasan cuando hacemos lo que realmente es nuestro objetivo. Ojalá nos pasen todas las cosas buenas y logremos todas las cosas buenas que nos puedan pasar”, dijo. Y entre ellas, claro, está la de ser el próximo unicornio con sello nacional.
 

Satellogic, un proyecto que nació pensado a lo grande

La empresa de satélites nació en 2010, pensada como un granito de arena aportado desde la tecnología “para tratar de mejorar la vida del planeta, sobre todo mirando al futuro” y en cómo se usan todos los recursos, ya sean naturales como sociales y tecnológicos. Así describe Gerardo Richarte los primeros pasos junto a Emiliano Kargieman.
 
Si bien muchos proyectos que terminan siendo gigantes nacen de una idea pequeña, Satellogic siempre fue pensada a lo grande y los motivos tienen que ver con los objetivos que se plantearon desde el principio. Crear una constelación de satélites para mejor calidad de vida y cuidar el planeta no es un fin que se pueda obtener con poco.
 
“Desde el principio fue un proyecto pensado en grande, pero porque la dimensión de lo que estamos haciendo es grande: queremos ver todo el planeta”, recordó el socio fundador de Satellogic y remarcó que se trata de una iniciativa mayor “en tiempo y en dimensiones, pero que fue creciendo continuamente”.
 
Las primeras proyecciones 12 años atrás indicaban que debían tener 300 satélites en órbita al mismo tiempo para poder ver lo que pasa en el mundo cada día o, en un lugar en particular, cada hora. Lejos de asustarse por las dimensiones que requeriría el proyecto, pusieron primera y arrancaron con fuerza un camino que aún están transitando. “Ese sigue siendo nuestro objetivo”, precisó Richarte.
 
Pero hoy están un paso más cerca. Empezaron haciendo satélites pequeños “para aprender haciendo” y luego fueron creando algunos un poco más grandes. El tercero fue el que ya incluyó la tecnología que hoy tienen sus satélites. “Ahí está la semilla del satélite que es hoy”, contó el empresario.
 

La importancia de observar al planeta desde los satélites

Satellogic nació pensando que la tecnología de la observación de la tierra -que hace muchísimo que se usa- podía prestar servicios a todo el mundo y, de a poquito, ayudar a mejorar la calidad de vida.
 
Richarte mencionó entre esos beneficios “hacer una mejor producción de alimentos, o en la logística de la distribución de alimentos o administrar incluso recursos económicos, puertos, barcos, ver qué es lo que pasa en la supervivencia del planeta”. Con esa idea iniciaron lo que hoy es un gigante tecnológico.
 
“Cuando empezamos, la grandísima pregunta era cuáles son los límites de la realidad. Empezamos pensando cómo resolver problemas que, a priori parecen imposibles, y eso es un poco lo que hacemos siempre, pero dedicamos bastante tiempo justamente a entender si son imposibles o no. Una vez que nos convencemos de que tiene que haber una forma de resolverlo, empezamos a afilar el lápiz y trabajar en los detalles”, remarcó el empresario.
 
Pero, como en todo proceso de emprender, las dudas no fueron pocas. La primera pregunta que se hicieron fue entonces qué les dejaba hacer la naturaleza, la física y la ciencia, qué podían hacer para que, a un costo accesible para el usuario final, la realidad les permitiera “cambiar la ecuación y que la tecnología esté en las manos de todos”.
 
Y ahí surgió la idea de hacer satélites que observen lo que pasa en la tierra, es decir satélites de observación terrestre, que sacan imágenes y hacen videos, a un costo accesible.
 
“Lo primero fue pensar todo radicalmente distinto, no meternos en un proyecto tradicional de la industria espacial en donde se invierten muchísimos años pensando hasta el último detalle, sino tomar un paradigma radicalmente opuesto y aceptar los riesgos. Pero a una velocidad que nos permite ir encontrando y resolviendo los problemas que van surgiendo”, detalló Richarte.
 

El desafío de conformar un equipo que se cargue al hombro el proyecto

Satellogic no sería lo que es hoy si sus dos fundadores no hubieran asumido altísimos riesgos, aunque tampoco sin un equipo que los respalde y los sostenga en el camino.
 
Richarte asegura que dentro de todos los medios tecnológicos y todas las “cosas increíbles” que hizo junto a Kargieman, el haber conformado un buen equipo, “de gente mágica, muy inteligente y muy metida en el proyecto, empujando siempre para adelante”, es “el gran diferencial”.
 
“Todo lo que es posible, con un buen equipo se puede hacer. Y lo que es imposible, se encuentran las formas de hacerlo también”, resumió, orgulloso de los profesionales que los acompañan.
 
Ese equipo fue el que se cargó el desafío de lograr que un satélite chiquitito y liviano pueda tomar imágenes de alta calidad, que a 400 o 500 kilómetros de la tierra tome imágenes en donde se pueden contar los árboles, los autos.
 
“El primer grandísimo desafío y logro tecnológico fue encontrar una forma muy novedosa para sacar imágenes de superalta calidad con telescopios pequeños, lo que nos habilitó a hacer satélites de muy bajo costo y muy bajo peso, que influye en el costo del lanzamiento, que es gran parte del costo de poner un satélite en órbita”, indicó.
 

El gran salto a cotizar en la Bolsa de Nueva Yor, pero no el último

La semana pasada, Satellogic fue listada en Nasdaq. Richarte reconoció que “es un paso gigante”.
 
“Es una confirmación de que lo que venimos haciendo tiene sentido, tiene impacto, pero sobre todo tiene futuro”, evaluó. “Nos llevó muchísimo trabajo llegar acá”, agregó.
 
Cotizar en Bolsa no solo es un gran logro, sino que también abre las puertas hacia nuevos desafíos y hacia el futuro.
 
“Implica que tenemos ahora el dinero para ejecutar completamente el próximo paso y abrir finalmente el futuro a poder hacer primero una constelación que tome una imagen de todo el planeta una vez por semana y unos años después una vez por día. Eso es algo que ahora no existe y va a cambiar radicalmente la forma que vemos el planeta, nuestra casa. Eso es lo que queremos lograr y se vislumbra pronto”, se entusiasma Richarte.
 
En los últimos diez años, Satellogic lanzó 25 satélites, la mayoría en los últimos dos años. Para este 2022 tiene previsto concretar tres lanzamientos con varios satélites en cada uno y abrir una planta de fabricación de satélites en los Países Bajos, que se sumará a la de Uruguay, en donde hoy hacen todas las innovaciones.
 
“En la nueva fábrica de los Países Bajos vamos a hacer 100 satélites por año o los que hagan falta para poder tener nuestra constelación y poder remapear el mundo todos los días. Ahí vamos. Es un viaje que hasta acá fue maravilloso y que se ve que en el futuro sigue siendo desafiante y entretenido”, resumió Richarte.
 
 
Fuente: TN